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Una maestra y sus alumnos, 1920-1930 (Fotografía de dominio público)

 

En la España de 1936 un grupo de militares desleales se alzaron en golpe de estado contra el gobierno legítimo de la Segunda República. Calle a calle, casa a casa, asesinaron a sangre fría —muy fría— a miles de conciudadanos que no se sumaron a la sublevación militar. Autoproclamándose máxima autoridad militar y política, aprobaron leyes con las que realizaron consejos de guerra, y encarcelaron y ejecutaron a miles de mujeres y hombres.

Secuestros, detenciones, encarcelamientos, «paseos», «sacas», cunetas, juicios sumarísimos, consejos de guerra, fosas comunes, paredones, cementerios, campos de concentración de prisioneros, trabajos forzados, depuración administrativa, incautación de bienes, exilio… Desapariciones forzosas y asesinatos masivos que incumplen todas las leyes internacionales de la guerra, y que hoy siguen impunes.

Miles de mujeres y hombres abandonados al olvido, a un silencio de años.

De entre ellos, el magisterio fue selectivamente represaliado. La nueva escuela, laica, solidaria e igualitaria era vista como una amenaza para el orden tradicional y no entraba en los planes de los rebeldes golpistas. Todo el personal docente fue depurado, un número considerable fue inhabilitado, exiliado o encarcelado y, al menos, que tengamos referencias, un millar de maestras y maestros de todos los niveles educativos fueron asesinados, muchos de ellos en los primeros meses de la guerra.

En la Circular del 7 de diciembre de 1936 que José María Pemán, como Presidente de la Comisión de Cultura y Enseñanza de la Junta Técnica del Estado, dirigió a los vocales de las Comisiones Depuradoras de Primera Enseñanza establecía que la depuración que se iba a llevar a cabo tenía carácter no «solo punitivo, sino también preventivo», por lo que imponía la sanción de «los envenenadores del alma popular primeros y mayores responsables de todos los crímenes y destrucciones que sobrecogen al mundo y han sentado de duelo la mayoría de los hogares honrados de España» para evitar que en el futuro tales situaciones pudiesen volver a darse.

José Ibáñez Martín, Ministro de Educación Nacional entre 1939 y 1951. En su Discurso de Clausura del Primer Consejo Nacional del Servicio Español del Magisterio, el 7 de febrero de 1943 dijo: «Ha sido preciso someter una tarea dolorosa, pero necesaria de aniquilamiento y depuración. Como en un organismo vivo tiranizado por el mal, España tuvo que diseccionar zonas excepcionales de su masa vital. Al magisterio afectó quizá con inusitada fuerza esta tarea de purificación. Pero un interés religioso y un soberano interés nacional lo exigían así».

España se quedó huérfana de maestros y poetas, y aún está pendiente conocer su historia, en numerosos casos encontrar sus cuerpos, y en todos ellos dignificar sus vidas.

Este proyecto trata de no olvidarlos. Trata de hablar de sus huesos, pero también de su carne, es decir, del proyecto educativo y de vida que significó el magisterio republicano en una España de analfabetismo, despiadada pobreza y arraigada desigualdad social.

Para que no se apague su voz, la llevaremos en nuestra garganta.

 

«sucede que mi juventud se erige sobre la 

albura de los fémures y el empaste de 

oro 

[…] somos nós herdeiras dunha sede e unha 

mortalla

somos nosotres heriedes d’un suañu y un 

llapiceru de colores»

 

MARIO OBRERO. Extracto de «Cerezas sobre la muerte»